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| Elizabeth Hawley |
Los himalayistas que desean que sus ascensiones sean reconocidas deben entrevistarse antes y después de sus expediciones con Hawley y sus colaboradores, de este modo Hawley recaba datos con los que determina si la expedición consiguió su objetivo.
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| Elizabeth Hawley entrevistando a Edurne Pasaban |
¿Cómo alguien puede dar fe de que un montañero ha pisado la cumbre de un ochomil sin haber estado nunca allí previamente? La respuesta lógica a esta pregunta sería: de ninguna manera. Pero la lógica es algo que topa de frente con Elizabeth Hawley.
El metodo utilizado por esta nonagenaria es tan peculiar como efectivo. Antes de empezar la temporada de ascensiones, se pone en contacto con las agencias especializadas en montañismo de Katmandú (el Gobierno nepalés exige que cada expedición esté representada por una agencia) acto seguido, les pregunta qué montañeros son los que esperan ese año y averigua la fecha en la que llegan. Cuando éstos se presentan en Katmandú, Miss Hawley les entrevista y les pregunta sus planes de escalada, finalmente, cuando los expedicionarios regresan, la nonagenaria se reúne con ellos para conocer el relato minucioso de su aventura.
En este momento la anciana compara la información obtenida en las entrevistas con los datos que a reunido durante décadas, y certifica si el montañero en cuestión alcanzo o no la cima pretendida. Y aunque pueda parecer mentira, lo que dice Hawley va a misa. Si eres montañero profesional y no estas en sus archivos, oficialmente nunca has estado en la cumbre de un ochomil.
Es cierto que nunca ha alcanzado la cima de ninguna de las 14 montañas más altas del planeta, sin embargo, y gracias a las anotaciones recogidas desde 1980 con paciencia de santo y tenacidad de hormiga, es capaz de describir mejor que nadie cada una de las cumbres, así como los recorridos que llevan a ellas, de los 14 ochomiles que coronan la tierra a pesar de no haberlas pisado jamás.
A grandes rasgos, este es el relato de los quehaceres de esta licenciada en Historia y Periodismo. Un trabajo, éste, que le surgió de casualidad. Ya que aterrizo en Katmandu a principios de los sesenta enviada por la revista Time Life con la intención de enviar crónicas políticas y económicas de aquellos en años en Nepal.
Sin embargo, su introdución progresiva en el círculo de los montañeros más respetados del mundo la llevó a modificar por completo sus planes iniciales. Sin ir más lejos, se hizo íntima de Edmund Hillary, el primer escalador en alcanzar la cima del Everest.
